miércoles, 17 de junio de 2009

Mi mejor amigo es el perro



"Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si
no hubiera una esposa que les esperara.
Quitad a las esposas del matrimonio y no habrá ningún divorcio."


-Darío,en un momento de inspiración etílica



Un hombre de mi posición (horizontal en estos momentos) suele oír extrañas cosas sobre él mismo.Ahora andan diciendo que no soy amigo de los perros.¡Que no me gustan los perros!, y si en algún momento he tenido una amiga esa era Kela,mi perra schnauzer. Si no la llevé en un viaje a Florida, fue solo porque no había plaza para ella en el avión.Por lo demás, en Valencia me siento solo sin mi perro.Tanto es así, que cuando en alguna fiesta erasmus veo a una chica guapa con un perro, se me humedecen los ojos y acabo por invitarlos a tomar un trago en un bar.
En los 8 años que llevó junto a mí, Kela y yo nunca hemos discutido.Bueno, alguna vez que otra me ha mordido, pero, entonces le he devuelto el mordisco. ¡Hay que enseñarle quién manda en casa!
En vestir a Kela, nunca he gastado más que en cualquier otra chica, y ni siquiera una vez me ha pedido un collar nuevo, sólo porque el perro de enfrente ha estrenado uno. Tampoco se ha lamentado nunca en un cabaret porque no bailo el twist.
También puedo afirmar que jamás me ha dicho:
--¿Por qué no tomas lecciones de baile, querido?

Pero, no quisiera que se me interpretara mal. con esto no quiero decir que los perros puedan sustituir al bello sexo que florece en nuestro país. Esto es algo que cada uno ha de decidir por sí mismo.Personalmente, no veo por qué uno no puede tener un perro y una mujer. Pero si hay alguien que no pueda mantener más que a uno de los dos, le sugiero que elija el perro. Por ejemplo, si el perro nos ve jugando con otro chucho, no corre al abogado a decirle que su matrimonio ha naufragado y que exige seiscientos huesos mensuales en concepto de alimento, más el coche bueno y la casita de cuarenta mil euros sin su hipoteca de veinte mil.

Mi desmesurada afición por los perros,no significa, naturalmente, que no sienta cariño por otros animales domésticos. Durante años de mi vida, tuve en casa animales de una u otra especie, cuando menos un pariente lejano o una rata. (La verdad es que no existe una diferencia notable entre ambos).
En cierta ocasión, siendo niño, e regalaron una pareja de cobayas, a los que, con alguna dificultad, acabé por querer como hermanos.Pues bien, las dos cobayitas se instalaron en nuestro antiguo trastero y un día aciago descubrí que el suelo se hallaba materialmente cubierto de diminutas criaturas.
Entonces no tenía un corazón tan grande como ahora y sólo era capaz de amar un máximo de treinta o cuarenta cobayas. Me quedé perplejo. ¿Hay alguien que sepa lo que es permanecer perplejo toda una tarde ante noventa y seis cobayas?
-Véndelos - sugirió mi hermana.
Viendo el poco entusiasmo que en mi hermana despertaba los minúsculos roedores, acepté su sugerencia y fui a una cercana tienda de bichos, donde ofrecí mis noventa y seis cobayas por unos...20 miserables euros de ahora.


Pero, dejémonos de disgresiones y volvamos al meollo de la historia.En materia de animales domésticos, no hay ninguno que se pueda comparar con una sencilla corista/modelo/relaciones públicas/imagen de Piccadilly sin pedigree. Al igual que el gato de Angora, esta chica permanece fiel a cualquier hombre que la alimente. Sin embargo, desgraciadamente, la semejanza entre uno y otra no pasa de ahí, puesto que mientras el gato de Angora queda satisfecho con un platillo de leche, la "diva" no ceja hasta que la lleven a cenar al Don Salvatore, Pavillon o al Club 21, donde dos personas pueden comer bien por unos 70 euros,sin dar propina.

Definitivamente, la corista no es el animal más adecuado para el hombre modesto; sin embargo, espero llegar a tener una, un día u otro.

5 comentarios: