viernes, 12 de junio de 2009

L'amour como diversión: ¡Bendita diferencia!

Hasta cumplir los cuatro años no establecí diferencia alguna entre los sexos. Iba a escribir "entre los dos sexos" pero ahora se dan tantos matices que si alguien dice "los dos sexos" se expone a que los amigos le consideren un caduco anacrónico y se pregunten en qué caverna habrá vivido uno en las últimas décadas.

Mi primera visión de un ignoto mundo de ensueños tuvo lugar con ocasión de la visita que hizo a mi madre mi única tía, mujer adinerada y de sugestivos encantos.estaba casada con un famoso fotógrafo y ,aunque todavía era joven,habia viajado mucho,perdiéndose en más de una ocasión.Tenía el cabello rojo y los tacones altos, y unas formas ondulantes que se acentuaban donde deben acentuarse las formas.(lamento que mi extremada juventud me impidiera concertar una cita con ella).
Su presencia llenó la casa de una exótica fragancia evocadora de insólitas tentaciones, que más adelante identificaría con el aroma característico que se percibe en todos los burdeles...naturalmente,en aquellos momentos desconocía enteramente l oque excitaba mis pituitarias, por lo que, en mi candor,lo califiqué de mágico efluvio.
Sin embargo, fuera lo que fuera, resultaba inquietante y,desde luego, se apartab amucho de cuanto había olfateado antes.
en nuestro antiguo piso,yo estaba acostumbrado a los olores de dos perros,combinados con los de las cotidianas coles hervidas y los procedentes del piso per sé.
Pero,en aquel instante, allí estaba yo aspirando el penetrante perfume de todas las eras: una fragancia que hacía temblar a los más robustos de frenética apetencia y que hacía que los débiles lloraron de desesperación(dadme un premio cervantes,¡por favor!).
Mi tía era una mujer muy guapa y al mirarme esbozó una sonrisa de admiración.Luego,se volvió hacia mi madre y le dijo:

-¿Sabes que D tiene los ojos pardos más hermosos que he visto en mi vida?

Hasta entonces, jamás había concedido yo la menor atención a mis ojos.Bueno,sabía que tenía ojeras, pero nunca se me había ocurrido pensar qeu mis ojos tuvieran algo de extraordinario.Consciente, pues, de mis recién descubiertos encantos, alcé desmesuradamente las cejas y miré fijamente a mi tía. Ella no volvió a mirarme, pero yo continué con mis ojos clavados en ella, con la esperanza de que hiciera un nuevo comentario sobre mis hermosos ojos pardos.
Al cabo de un rato empezaron a dolerme los ojos a causa del continuado esfuerzo, y aquel perfume tan penetrante empezó a marearme.Me veía incapaz de atraer sobre mí su atención, y en cambio, ansiaba otra frase elogiosa sobre mis bonitos ojos, así que me puse a toser.
Pero no con una tos ligera y discreta, sino con una tos profunda y cavernosa que hubiera hecho palidecer de envida a la propia DAMA DE LAS CAMELIAS (ya hablaré sobre ella otro día). Tanto tosí que se me levantó un espantoso dolor de cabeza, sin que, por otr aparte, lograra despertar en ella la menos muestra de interés.
AL fin hube de darme por vencido y bajo la aflicción de mis muchas dolencias, salí de la estancia, aturdido y febril, aunque enteramente feliz ante el primer piropo que recibí de labios de una mujer...aunque hubiera sido un comentario casual de mi tía.

Hubo de pasar mucho tiempo antes de que un dia, mirándome al espejo, descubriera que tengo los ojos verdes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario